Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

martes, 10 de julio de 2012

GUILLE Y PABLO: PÀBLO YA SABE NADAR. Educación Infantil y 1º de primaria.



Guille y Pablo

Pablo ya sabe nadar

 

 

Ha llegado el buen tiempo y apetece darse un baño de vez en cuando, sobre todo si vives en un lugar caluroso en donde  la temperatura normal a medio día ronda entre los 30 y los 35º.

 Guille, Pablo y sus abuelos, han ido a la piscina a refrescarse. Pablo sin darse cuenta del peligro que tiene el agua ha echado a correr y se ha tirado sin saber nadar, sin manguitos ni flotador, en la parte más honda de la piscina de mayores.

La suerte para Pablo ha sido que estaban cerca de él varias personas que  se han dado cuenta de su imprudencia y le han sacado del agua inmediatamente. Sus abuelos casi se mueren del susto. Cuando ha salido de la piscina, Pablo, temblando, ha dicho a sus abuelos:

—¡Por poco me ahogo, como el año pasado!

El verano anterior, Pablo hizo la misma travesura. Se tiró al agua por donde no hacía pie y fue su padre el que se metió a por él.

Sus abuelos al ver que Pablo no tiene sentido del peligro, le han regañado y él llorando, ha prometido que nunca lo va a hacer más. La verdad es que ha cumplió la promesa y  ya no se baña sin los manguitos. Pero para aprender a nadar tiene que quitárselos de vez en cuando.

Antes de irse de vacaciones a  la playa, los abuelos le han apuntado a un cursillo de natación y Pablo ha ido muy contento y ha hecho todo lo que le ha dicho el monitor, sin embargo se ha puesto malo unos días y no ha podido aprender del todo. Por eso hay que tener mucho cuidado con él. Él lleva toda la semana practicando a ratitos, pero todavía no consigue flotar. El socorrista le ha dicho a su mamá que use el chaleco salvavidas en lugar de los manguitos, así que un día se baña con el chaleco y al siguiente con los manguitos.

 Lo primero que ha aprendido ha sido a bucear avanzando por debajo del agua.  Desde que este verano empezó a bañarse en la piscina y en la playa, sus padres y sus abuelos le han insistido en lo importante que es saber nadar;  él ha puesto mucho interés y cuando está en el agua dice:

—¡Venga, que tengo que practicar!

Un día le comenta a su mamá:

—Quítame el chaleco, que creo que ya floto.

Su mamá duda un poco, pero al final le hace caso. ¡Por fin Pablo avanza en el agua como los peces! Ya lo ha conseguido, sabe nadar.

Muy orgulloso cuando ha vuelto de vacaciones les ha dicho a sus abuelos:

—¡Ya sé nadar!, abuela, venga que te voy a enseñar como lo hago.

 Se han bajado a la piscina y él no para. Primero en la piscina de los niños pequeños ha hecho buceando un montón de largos. Después, se ha pasado a la de los mayores y se la ha cruzado por la parte ancha de una vez sin descansar.

Pablo se ha inventado diferentes formas para tirarse al agua: estilo rana, estilo viejecito, estilo cojito y de bomba. El estilo rana es el que  tiene más seguidores, pues va saltando como un batracio por el borde de la piscina  croando sin parar hasta que se sumerge en la piscina; sus amigos le aplauden. El estilo viejecito consiste en andar agachadito como si llevase un bastón.

—¡Bravo! —le dicen todos—, estás hecho un campeón.

Cuando sale del agua se ducha muy bien para quitarse el cloro y se lía alrededor del cuerpo una toalla como si fuera una túnica romana. Su abuela entonces le llama Paolus en vez de Pablo.

—¿Por qué me llamas Paolus?

—Porque pareces un romano, y los romanos hablaban en latín.

Pablo se queda igual que si le hubiese dicho que hablaban en chino, pero le hace gracia y se ríe. Otras veces se pone el gorro y las gafas de natación de su tío y sus abuelos le dicen que parece la hormiga atómica. Él es muy feliz porque  siente que ya es como su hermano Guille: un niño mayor.

 Poco a poco se están terminando las vacaciones y cuando  su abuela le pregunta si quiere ir al colegio,  Pablo dice que no,  que quiere jubilarse como ella.

—Mira, en el cole vas a ver a tus amigos y vas a poder jugar con ellos como el año pasado.

A Pablo se le va iluminando la cara poco a poco. Recuerda cómo juega en el patio del colegio y le van entrando ganas de volver.

—¿Sabes abuela? Todavía no me quiero jubilar. Quiero jugar un poquito más con mis amigos.

Más tarde llega mamá con los libros que les ha comprado y con los uniformes y Guille y Pablo se ponen muy contentos.

La época de los estudios está a punto de empezar.

 



1 comentarios:

Elizabeth Segoviano dijo...

que relato tan encantador! Conchi! ya extrañaba tus cuentos!!! no nos dejes solitos tanto tiempo jejejeje que te extrañamos!!! xoxo. Eliz

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