Mensaje de bienvenida

¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

miércoles, 29 de febrero de 2012

Toyo, un trocito de vida acuática.

Queridos niños, lo primero de todo es advertiros que esto no es un cuento;lo que escribo aquí es lo que se siente cuando se tienen mascotas en casa; se les coge tanto cariño, que cuando nos abandonan se nos  encoge un poquito el corazón. Solo su recuerdo nos alegrará de nuevo.
La  foto de Cleo la he cogido de internet gracias a un señor que se llama FANCES 300 y que la ha subido a su blog. Le doy las gracias por poder usarla para adornar mis pensamientos. Mañana, 1 de marzo pondré dos cuentos preciosos que seguro os gustarán.

Toyo
Me sentaba delante de la pecera cuando estaba cansada y me relajaba verlo bailar su incansable coreografía acuática. Su cola, abanico de tul, acariciaba  el agua de la pecera desde hacía ya tres años.
Al mirarlo, evocaba a Cleo, la pececita de Pinocho, porque Cleo era  chica, y volvía a mi infancia.
Yo le decía a mi hija:
-Paloma, ¿por qué le has puesto ese nombre tan feo?
-Mamá, te lo he dicho muchas veces. La urbanización en dónde estaba la feria se llamaba así, Toyo.
A mí me daba igual, yo siempre la llamaba Cleo como  en el cuento.
Mi hija lo trajo una tarde de verano metido en una bolsa de plástico en el coche de línea desde Almería.
-Me ha tocado en la feria-, nos dijo-. En un puesto de tiro al blanco.
Nadie de la familia daba un duro por él; pensamos que no viviría, tan chico, no más grande que el gajo de una mandarina, del mismo color. Sin embargo empezaron a pasar los días, unos tras otros y él siguió trazando círculos y más círculos en su globo de agua, infatigablemente siempre alegre. Era un trocito de  vida de color anaranjado.
Aumentamos el tamaño de la pecera según él fue creciendo y nos conocía. Cuando nos acercábamos se asomaba al borde del agua y esperaba que le echásemos comida.
Hace poco quisimos mejorar sus condiciones de vida. En el cumpleaños de Paloma, mi hija mayor, Mayca, le compró un acuario más grande, con plantas naturales y todo. Un pedacito de mundo acuático encerrado en un prisma de cristal. También le trajo otros compañeros.
Toyo, Cleo para mí, al principio nadaba entre las plantas como loca; se le notaba que disfrutaba al tener más espacio. Sin embargo le molestaban sus compañeros. Siempre sola, no aceptaba bien la compañía, se había convertido en un pez mal criado.
Algo empezó a ir mal, le salió una mancha roja en la aleta dorsal y sus movimientos tan ligeros se volvieron pesados, hasta se quedaba quieta en la superficie  como si ya  no le sirviese el agua y quisiera respirar aire.  Al final no se mantenía erguida, empezó a inclinarse como un navío dañado por una tormenta hasta que dejó de respirar y murió.
Una cosa tan pequeña y todos la echamos de menos; ya no tendré su consuelo cuando me siente buscando la gracia de su ballet. El acuario se ha quedado casi vacío. ¡Pobre Cleo!

lunes, 27 de febrero de 2012

Enormes pequeños artistas.

He subido este vídeo para que comprobéis cómo, con esfuerzo, se consigue todo lo que uno se propone.
Mirad estos niños coreanos cómo dominan la guitarra. Solo tenéis que esperar a que termine la música de fondo de mi blog, para escucharlos.Espero que os guste.
Un abrazo

jueves, 23 de febrero de 2012

Mis ilustradores favoritos: José Luís Ocaña

Es el ilustrador que ha dado vida a la cabecera de este  blog poniéndole un toque de color y alegría. Según dice, él es ilustrador de nacimiento.Cuando era pequeño se pasaba el día garabateando los libros de texto y, con otro amigo, copiaban los comics americanos como Spiderman o Hulk; siempre estaban dibujando. Los dibujos animados eran su ilusión, le gustaba  Heidi, Marco,Mazinger Z  y Comando G.
Es autodidacta ¿Sabéis lo que es eso? Pues quiere decir que  no asistió nunca a clases de dibujo; lo que sabe lo aprendió él solito a base de practicar y practicar. Al principio siempre dibujaba en blanco y negro, pero su padre insistía en que le metiese color a los dibujos. A él le daba miedo, le parecía  que trabajar con colores era algo muy complicado pero, un día le hizo caso y  no se podía creer lo que ganaban los dibujos; así empezaron a aparecer esas preciosas acuarelas que gustan tanto a todo el mundo. Su padre fue la persona que más le apoyó y le animó cuando, a los diecinueve años, decidió dedicarse por entero al mundo de la ilustración.
 Amplió su formación académica en Madrid, en Animación Digital y trabaja desde 1997 en varias Productoras Publicitarias, en Madrid y Málaga, no sólo como operador CG sino también como creativo. El País y La Opinión de Málaga son algunos de los periódicos que han publicado ilustraciones suyas. Actualmente es ilustrador de la revista de arte americana InspiredViewpoints
 Además también a hecho cortos para el cine con mucho éxito; como podéis ver es un trabajador incansable y estoy segura que dentro de poco nos sorprenderá con las ilustraciones de maravillosos cuentos. Mientras tanto podéis entrar en su blog y admirar todos los dibujos que tiene ahí subidos:  http://elviajedellapiz.blogspot.com/
Desde aquí le agradezco los dos dibujos tan bonitos que ha hecho para mi blog.

lunes, 20 de febrero de 2012

Mis ilustradores favoritos:Xénia d´Armengol

Os voy a contar algo de Xénia d´Armengol.Nació en Barcelona y,  según ella, desde pequeña tuvo una gran afición a dibujar  aunque fue su abuelo, que era pintor de cuadros al oleo, el que la introdujo en el mundo de la pintura. Me parece que tuvo una infancia muy feliz por las cosas que ella escribe sobre sus años de niña  y, también,  tiene un corazón grandísimo. Recuerda que su madre siempre tenía una mano caliente para su mejilla y una fría para la frente. ¿A que es precioso?
Le gusta pintar con cualquier material: con ceras, guache, acuarelas, oleos etc..  Hasta que no terminó sus estudios no se dedicó verdaderamente a pintar. Le encanta su ciudad, Barcelona, pero también le gustaría darse una vuelta  por  Nueva York y Canadá.
Os pongo aquí la dirección de su blog parea que lo visitéis y veáis que caras de niñas tan preciosas pinta.  http://xenia-armengol.blogspot.com/
Le vuelvo a agradecer que me adornase mi cuento El disfraz mágico con sus ilustraciones, porque ahora sí que parece mágico de verdad.

jueves, 16 de febrero de 2012

Reposición de El disfraz mágico.


Ayer me llevé una  sorpresa muy agradable cuando vi en facebook  los  dibujos que había hecho la estupenda ilustradora Xènia de Armengol , inspirada en mi cuento El disfraz mágico.

Me gustaron  muchísimo, pues como todos los suyos son fantásticos  y,  además, me encantó que  leyese mis cuentos como si fuese una niña más.  Me contó que según lo iba leyendo se le iban ocurriendo  las ilustraciones. Le agradezco que, de una manera desinteresada,  me deje poner el dibujo en mi blog  porque, desde hoy, está más bonito gracias a ella.
Como estamos en Carnaval y, además, ahora sí que tenemos Un disfraz mágico, os lo vuelvo a mostrar para que veáis lo bonito que está. Un beso muy fuerte para Xenia.

El disfraz mágico

 

             Quique llegó a casa con una nota de su colegio.

—El martes de Carnaval, todos los niños deberán venir disfrazados para el festival que se celebrará en el salón de actos –leyó la madre.

—Tendremos que comprarte un disfraz nuevo para la fiesta –le dijo mirándole de arriba abajo para calcular la talla que tendría su hijo en ese momento—. Has crecido mucho desde el año pasado.

 El niño se rió orgulloso al escucharla.

Al día siguiente Quique estaba muy nervioso; iban a ir con su abuela a elegir el disfraz.

Cuando llegaron a la tienda, había tantos que no sabían por cual decidirse: de piratas, de chinos, de indios, de vaqueros. Él los miraba todos, callado, sin decidirse por  ninguno.

—¿Quieres uno de pirata?  —le preguntó su madre.

Él movió la cabeza para los lados un poco enfadado.

—Pues no, parece que no le gusta —comentó  su abuela.

Entonces, el niño vio uno que le llamó mucho la atención; se soltó de la mano y salió corriendo a cogerlo.

—Este, mamá, quiero ir de jirafa –dijo muy contento pensando que ya había encontrado el que quería.

—¡Claro, cómo no se me había ocurrido antes! Con lo que le gustan  los animales,  quiere vestirse de jirafa. Ven Quique, vamos a probártelo.

La madre del niño descolgó el disfraz de la percha en donde estaba colgado y se dirigieron los tres hacia una fila de personas que esperaban el turno para poder entrar en la única habitación de la tienda  que tenía un espejo.

—Lo siento señora, pero este disfraz no está disponible. Tiene un letrero que lo indica: No está a la venta —les dijo la dependienta cuando vio que se lo llevaban al probador.

El niño, al oír a la señorita, cogió una rabieta tan grande que  nadie lo podía consolar.

—Quiero este, quiero este —decía entre sollozos y suspiros.

La dependienta, viendo que Quique no tenía consuelo, se conmovió.

—Bueno, cójanlo, no creo que mi jefa lo tenga reservado.

El niño dejó de llorar inmediatamente y cuando les tocó la vez, se metieron en el probador con el disfraz  para ver cómo le quedaba. Le quitaron con cuidado la funda de plástico que lo protegía, ¡era precioso! Parecía hecho de la piel de una jirafa de verdad, todo de una pieza. En la cabeza tenía dos cuernecitos negros que al niño le hicieron mucha gracia.

—Ven Quique, mete primero las piernas y luego los brazos. Ahora la cremallera y por último te pondremos  la cabeza  —le explicaba su madre.

El niño se miró al espejo y sonrió viendo lo guapo que estaba.

—Estupendo, te queda muy bien —dijo la abuela.

Las dos  lo estaban contemplando cuando observaron que ocurría algo muy raro, la tela del disfraz empezó a pegarse al cuerpo del pequeño como si se tratara de su piel, su cuello se  estiró y estiró de forma que la cabeza empezó a subir y a subir tanto, que no cabía en el probador y la nariz y la boca se transformaron en un verdadero hocico de jirafa. La abuela salió gritando:

—¡Socorro, socorro, ayuda! el disfraz está embrujado.

En ese momento, entró la dueña de la tienda y, al escuchar los gritos, fue derecha al probador con un cubo a agua que echó sobre el disfraz ante la mirada asustada de Quique y de su madre. Rápidamente, el cuello del niño empezó a encogerse, la tela se le separó de la piel y volvió a ser cómo era antes,  un niño rubio con cara de niño, no de jirafa.

—Lo siento mucho  —les decía la señora de la tienda disculpándose toda sonrojada—, no sé cómo la dependienta se ha atrevido a vendérselo, si ponía bien claro que no estaba a la venta. Desde que me lo trajeron de África, este disfraz no me ha dado más que problemas. Mañana mismo le devolveré.

—No la regañe señora, la culpa ha sido de mi hijo, que se ha puesto muy pesado. La pobre chica no ha tenido otro remedio que dejar que se lo probara —decía la madre de Quique respirando hondo, mientras se le pasaba el susto, y la abuela se tomaba una tila.

Quique no dijo nada; sabía que por culpa de su cabezonería, había estado a punto de convertirse en una jirafa de verdad. Ahora le iban a echar una buena bronca  de camino a su casa.

A la mañana siguiente, llamaron a la puerta; un repartidor les entregó un disfraz de indio que les enviaba la dueña de la tienda con una nota volviendo a disculparse por lo sucedido el día anterior. Cuando la madre lo vio, llamó a su hijo:

—Mira Quique, por lo menos con este no te crecerá el cuello, si acaso alguna pluma –comentó sonriendo para quitarle  importancia a lo sucedido el día anterior.

El niño, mirándola  con preocupación y sin ganas de bromas, le dijo:

—Mamá, pensándolo bien, no quiero ir a la fiesta.

lunes, 13 de febrero de 2012

Cuentacuentos Ilustres: Beatriz Montero.

Queridos niños:

Como estamos en Carnaval y hay mucha gente que se disfraza de monstruo, os subo este vídeo para que veáis que no hay que tenerles miedo. El vídeo  es de una cuentacuentos estupenda que se llama Beatriz Montero; a mí me encanta. Aquí está contando su cuento Enrique y los monstruos. Espero que os guste mucho.

jueves, 2 de febrero de 2012

Ya estamos en Carnaval.


                                                              Por fin ha llegado el día   
                                                              De  abrir todos los baúles
                                                              Con rasos, sedas y tules
                                                              Hay que elegir el disfraz
                                                              ¿Has cogido el antifaz?
                                                              Sin él no irás a la fiesta
                                                              Porque te conocerán

                                                              Puede ser de troglodita
                                                             O también de mariquita
                                                             Aunque quizá no te guste
                                                             Llevar alas con manchitas.
                                                             Aquí hay uno de pollito
                                                             Con su cresta anaranjada
                                                             Provocarás carcajadas

                                                             Si eliges el de pirata
                                                            Con parche y pata de palo
                                                            Procura no tropezar
                                                            Y andar con mucho cuidado
                                                            Pues si te tapas el ojo
                                                            Quizá no puedas ver bien
                                                            Ni luchar con mucho arrojo

                                                             Si quieres el de princesa
                                                             Debes llegar en calesa
                                                             Y estar muy bien arreglada
                                                             Pues para llevar corona
                                                            O estar sentada en el trono
                                                             No vale ir de fregona
                                                             Ni vestir con abandono


                                                           Más recuerda este consejo
                                                           Que te da alguien muy sabio
                                                           Y a la vez también muy viejo
                                                           Cuando vayas a salir
                                                          Tu disfraz has de cubrir
                                                          Con abrigo o chubasquero
                                                          Porque estamos en febrero.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Pablo, el niño que no tenía besos. Educación infantil, 1er. y 2º ciclo de primaria.

A Guille y Pablo, los nietos más cariñosos que una abuela puede tener.


Pablo era el pequeño de la casa. Era simpático, inquieto y muy ingenioso. Todo el mundo se reía mucho  con sus ocurrencias. Solo tenía una pequeña manía: a Pablo no le gustaba dar besos.
-¡Eso es cosa de bebés! -decía a su hermano Guille. 
Él, que todavía no había cumplido los cuatro años, se sentía todo un hombre. Sus juguetes preferidos los gormitis,  los bacugan y otros de ese estilo; esos no besaban, solo peleaban. Todos los días, sus abuelos iban a visitarlos pero, cuando se despedían, él  ponía cara de circunstancias y con mucha desfachatez les decía:
-¡Abuelos, se me han acabado los besos! Solo me quedan pedorretas.
Ellos no comprendían esa cabezonería  de su nieto.  Guille que se daba cuenta de que su abuela se ponía triste, se acercaba inmediatamente a  Pablo, le ponía la mano en la cara y hacía como si estuviera dando cuerda a un reloj.
-Ya  te he cargado la batería, Pablo.
Entonces, Pablito se dirigía a sus abuelos  muy serio:
-¡Ya se me han cargado las pilas! Tengo tres besos abuela.
 Se acercaba a ellos y les daba uno a cada uno, pero solo uno.
Una noche, como era su costumbre, Pablo no  quiso darle un beso a su abuela. Ella se fue muy triste a su casa y a la mañana siguiente, se levantó muy malita. Avisaron al doctor para que viniera a verla y este le preguntó:
-¿Qué síntomas tiene doña Concha? 
-Pues mire doctor, me duele mucho el corazón, no tengo ganas de levantarme de la cama, no quiero escuchar música, ni leer cuentos, ni tampoco contarlos. He perdido la ilusión por las cosas bonitas. ¡Estoy muy triste!
Don José, la auscultó y se dio cuenta de que casi no se escuchaba su corazón. Estaba desorientado, no sabía lo que tenía.
-Es una enfermedad muy rara -dijo rascándose la cabeza. 
  A la mañana siguiente, toda la familia fue a visitar a la enferma y al comprobar que estaba bastante mal, empezaron a preocuparse. Preguntaron a los vecinos  y a los amigos si ellos conocían a alguien que pudiese remediar su mal.
- Yo creo que sé quién puede hacerlo: doña Blanca, una doctora  que vive en las afueras de la ciudad, en la calle de las Magnolias; seguro que tiene el remedio para su mal -dijo alguien que vivía por allí cerca.
Le dieron las gracias y cogieron el coche para llegar cuanto antes. Allí se encontraron con una casita pequeña, muy blanca rodeada de árboles llenos magnolios y  naranjos en flor.  Llamaron al timbre y salió a abrirles una señora con un aspecto muy agradable. Tenía el pelo y la piel muy claros y vestía una bata muy limpia y luminosa. Les dijo que entrasen.
 –Pase, pasen y tomen asiento. A ver, ¿qué les ocurre?
Le contaron porque habían ido a visitarla y le explicaron todos los síntomas de la enfermedad de la abuela.  La doctora se quedó muy pensativa. Al final les dijo:
-Yo creo, que su madre tiene Tristitis.
-¿Tristitis? -preguntaron extrañados. ¡Esa enfermedad no la habían oído nunca!
–Sí, a veces pasan cosas en la vida que te van poniendo triste, hasta que llega un día en que caes enferma. Puede ser que esta señora se haya llevado algún disgusto.
 Pablo se quedó pensativo y en seguida le vinieron a la cabeza todas las noches en las que su abuela se iba cabizbaja a su casa. ¡Se dio cuenta de que él podría ser la causa de sus males!
-Solo se puede curar dándole un  jarabe llamado “Elixir del cariño” -dijo doña Blanca.
-¡Elixir  del cariño! -exclamaron–, y ese jarabe ¿dónde se compra?
-No se preocupen; yo tengo la fórmula y sé cómo se hace. Ya verán como cuando se lo tome, la enferma mejorará.
La doctora buscó la fórmula en lo alto de una estantería muy antigua. La repasó para no olvidarse de nada y les explicó lo que había que hacer:
-Lo primero que necesitamos son muchas flores, así que hay que salir al jardín y llenar esta cesta con las más bonitas que encontréis.
Buscaron alrededor de la casa y recogieron un montón de amapolas, rosas, margaritas y pensamientos, todas ellas preciosas; las colocaron en el cesto que les había dejado la doctora y, cuando hubieron terminado, se las llevaron al laboratorio. 
-Y ahora, ¿qué hacemos? -preguntaron.
-Ahora hay que poner un beso en cada flor- -dijo doña Blanca-. Luego las trituraremos y les añadiremos agua de azahar, que calma las irritaciones. Los besos, mezclados con los pétalos y el agua de azahar son la mejor medicina para la Tristitis.
Pablo  rápidamente empezó a coger flores del cesto y a depositar besos en cada una de ellas. Al principio le costó trabajo, para que vamos a negarlo, pero poco a poco se fue acostumbrando a la suavidad de los pétalos y, al final, terminó por gustarle. Cuando terminaron, lo trituraron todo, cocieron la mezcla con el agua de azahar y llenaron un frasco muy bonito que había preparado la doctora
 –Es muy importante que el recipiente sea alegre y de vistosos colores, así se le alegrará el corazón. Tiene que tomarse tres cucharadas al día. Espero que con esto, mejore -les deseó.
Le dieron las gracias y se despidieron muy contentos. Volvieron rápidamente a casa y subieron las escaleras hasta el primer piso;  allí encontraron a la abuela con muy mala cara. La mamá de Pablo cogió una cuchara y le dio a probar el jarabe:
-¿Está bueno? -le preguntó el niño-. Lo hemos hecho nosotros con besos y flores.
-¿Tú también has ayudado?, no puedo creerlo. ¡Si a tí no te gusta dar besos!
Pablo sintió como se ponía colorado de vergüenza. Su abuela tenía razón pero lo que ella no sabía es que ya no le importaba darlos. Se acercó y  le dio dos  en la cara. Le pareció que tenía la piel igual de suave que los pétalos de las flores. ¿Cómo no se había dado cuenta antes?
-Abuela, yo lo que quiero es que te cures y que no estés triste.
Ahora sabía  lo importante que era querer  a la gente y demostrárselo. A partir de aquella cucharada, doña. Concha empezó a mejorar y ya no necesitó tomar más porque sus nietos le dieron todos los besos que   ella quiso. El jarabe que sobró, se lo dieron al panadero, que vivía muy solo y a veces le entraba mucha tristeza; con el jarabe del cariño, se le pasaba. Por eso a veces cuando iban a comprar el pan, Guille y Pablo además del dinero le daban un beso y le decían:
-Esto es para que se le pase la tristitis don Ramón.
Don  Ramón se ponía muy contento y ese día era muy, muy feliz.
-Y Colorín colorado este cuento se ha acabado -dijo la abuela de Guille y Pablo cuando terminó de contarles el cuento-. ¿No te acuerdas cuando eras pequeño? No había forma de que nos dieses un beso a ninguno.
Pablo se  puso colorado y la miró sorprendido; no, él no recordaba nada de eso.
-Abuela ¿de verdad que no quería dar besos a nadie?
-Pues sí, es verdad, no te gustaba besar a nadie ni que te besaran. Me alegro de haber escrito un cuento con esta historia, así  cuando seas mayor te gustará contársela a tus hijos. Y, ahora sí:
 COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO.