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¡Y sin embargo algunas personas dicen que se aburren!¡ Démosles libros!¡Démosles fábulas que los estimulen!¡Démosles cuentos de hadas! Jostein Gaarder

martes, 8 de febrero de 2011

El camaleón hechizado 2º y 3er ciclo


Ilustradora Laura Bueno Valdés




 

 

  Había una vez un camaleón al que una bruja había hechizado. Le obligaba a vivir  dentro de un cuento en  lugar de hacerlo en plena naturaleza como hacen todos los camaleones normales.

            Como todos los camaleones tenía la facultad de cambiar de color según la superficie en donde se colocaba,  pero él no lo sabía. Pensaba que eso solo le ocurría a él porque estaba hechizado. Cada vez que se colocaba encima de una letra del cuento se transformaba en ella. 

Si se ponía encima de una A,  el camaleón se convertía en A.

Si trepaba sobre una M, se transformaba en esta letra y le ocurría lo mismo cuando se colocaba sobre los dibujos que ilustraban el libro dentro del que vivía.

En su cuento también vivían un príncipe y una princesa. Si el camaleón se colocaba encima del príncipe, la cabeza del principito adquiría una forma  triangular de camaleón con ojos saltones. Los niños que lo estaban leyendo se asustaban y salían corriendo sin querer saber nada más de esa historia.

            Con la princesa pasaba lo mismo. ¿Os podéis imaginar  un camaleón con trenzas doradas o una princesa con cara de camaleón?

             El cuento “El camaleón hechizado” estuvo muerto de risa en la estantería de una librería durante mucho tiempo hasta que un día un niño lo compró. Estuvo intentando durante mucho tiempo ver al camaleón, pero éste siempre estaba camuflado entre las letras y los dibujos, y no consiguió verlo nunca.

El cuento fue a parar a un puesto en la feria del libro usado y pasó por las manos de  muchos niños lectores que nunca podían ver bien al camaleón. Al final, siempre se cansaban y se deshacían de él.

Un día, unos niños estaban ojeando unos cuentos cuando…

            —Mira, mamá, “El camaleón hechizado”. ¡Cómpramelo por favor! Tengo que hacer un trabajo sobre los Furcifer Pardalis —dijo Amalita.

—¿Y eso que es? —preguntó su madre extrañada.

            —Mamá, pues una clase de camaleones  —contestó la niña que era una sabionda de mucho cuidado—. Es estupendo, ¡por fin un libro sobre el  tema que me interesa! Justo cuando nos íbamos a marchar  hemos encontrado lo  que estaba buscando.

             Después de cenar se fueron a leer a sus habitaciones. Al poco rato, la niña se presentó muy enfadada en el dormitorio de sus padres.

            —Aquí no sale ningún camaleón y, además, las letras van cambiando de forma según lo lees, ¡menudo mareo!  Parece que tienen un camaleón escondido detrás de cada una de ellas y  con los dibujos pasa lo mismo. No me sirve para mi trabajo.

            Lo dejó encima de la mesilla de sus padres y se fue decepcionada a dormir. La madre de Amalita cogió el libro y empezó a ojearlo. Primero pasaba las hojas muy despacio para observar lo que sucedía, luego las pasaba más rápido. Se dio cuenta de que solo una letra cambiaba de forma cada vez; una letra o un dibujo, pero solo una. Le pareció muy raro, pero inmediatamente se dio cuenta de lo que pasaba.

            —¡Ay, amiguito!, no hay manera de verte porque siempre estás detrás de las letras; yo sé una manera de sacarte de ahí, ya lo verás —le dijo al camaleón en voz alta.

            La madre de Amalita sabía que el color rojo produce estrés en estos reptiles. Ella no quería que le pasase nada al pequeño camaleón. pero sí quería que dejase de camuflarse detrás de las letras del cuento.

Al día siguiente llamó a los niños y les dijo:

—¿Queréis ver al camaleón?

— Claro mamá.

-—Bien, pues coged unos rotuladores de color rojo 

y pintad  todas las páginas del cuento.

            Así lo hicieron y, según los niños iban coloreando las páginas, nuestro amigo empezó a sentirse mal. Ese color le producía una sensación muy extraña que le fue dejando poco a poco sin fuerzas. El camaleón se cambió de hoja hasta que llegó a la última página y no pudo seguir camuflándose más, entonces empezó a marearse; se apoyó en la última línea del cuento y  se quedó en el borde del mismo. Poco a poco se fue resbalando  hasta que cayó suavemente al suelo. Los niños asustados llamaron a su madre:

            —¡Mamá!, el camaleón ha aparecido por fin, pero está enfermo. ¿Se va a morir? Nosotros no queríamos que le pasase nada malo —dijeron compungidos.

            —No os preocupéis, un libro no es un sitio apropiado para que viva un animal de esta clase. Metedlo en una caja y vamos rápido a los pinares.

            Lo cogieron con mucho cuidado y lo llevaron en el coche  para no perder tiempo. Cuando llegaron al bosquecillo, el aire de los pinos lo reanimó y el camaleón empezó a moverse con lentitud. Lo colocaron sobre una ramita baja que había cerca de ellos y lo observaron con paciencia. Se notaba que no había estado nunca al aire libre,  parecía asustado:

            —¡Pobrecillo! Siempre metido entre las hojas de un libro—decían los niños.

            A los pequeños se les saltaron las lágrimas. El camaleón sacó su larga  y pegajosa lengua y, por primera vez en su vida, cazó una mosca. Se la tragó despacio,  saboreándola. ¡Le supo a gloria!

            Casi sin que se dieran cuenta, el camaleón desapareció ante sus ojos.

            —¡Ha recobrado el poder de camuflarse! —dijo Amalita

            —¡Se ha curado! —exclamó su hermano.

            Los tres  volvieron a casa contentos por haber hecho algo hermoso. Enseguida se fueron a buscar el cuento y observaron que se había efectuado un cambio en él. Aparentemente todo estaba igual, pero esta vez sí que  pudieron leerlo. Las letras no se movían, ni los dibujos cambiaban. El camaleón hechizado ya no vivía allí. ¡Era libre!

 

 

 

 






5 comentarios:

Anónimo dijo...

Este cuento es muy imaginativo. Además me encantó lo del camaleón cuando se ponia encima de las letras se transformaba en ellas. Eso ha sido lo que mas mea gustado de todo el cuanto.
Jose Antonio 5ºB

Anónimo dijo...

Hola, soy Evelyn y me ha gustado el cuento. Mi parte favorita es
cuando se comió la mosca.
Evelyn 5ºB Colegio virgen de la fuensanta

Anónimo dijo...

Hola Conchita.

Nos ha encantado tu cuento, es muy interesante.
Hay que tener mucha imaginacion para escribir este cuento.¡Sigue asi!

De Pablo y Jose Maria
Colegio Virgen de la Fuensanta clase 5ºB

Conchita dijo...

Este cuento se me ocurrió cuando estaba en la biblioteca del cole. me alegra que os haya gustado.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Conchita! nos ha encantado tu cuento
Los niños de tu antiguo cole de 3º B y de Carmen M. Un beso

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